9.3.09

Con las pirámides, ni los ricos se salvan

Hermán Sifontes






El robo que nunca muere: Las estafas piramidales se basan en el mismo principio que rige los sistemas financieros, la confianza.

Este tipo de fraude ha igualado a la barca de los ricos y a la del pueblo, ha democratizado el delito.

El 23 de mayo de 1903, The New York Times publicó una larga columna en páginas interiores que llevaba por título Miller del 520% confiesa. Contaba el final de la aventura de William Miller, cuyo numérico apodo se había convertido en su mejor carta de presentación.

Desde su firma en Brooklyn, llamada Franklin Syndicate, multiplicaba los ahorros usando un esquema piramidal. Antes de que se derrumbara la pirámide había conseguido tener en espera, para cuatro años, un millón de dólares de la época.

En los años veinte, Carlo Ponzi, un inmigrante italiano, tomó el relevo de Miller. Con su gran encanto y su lengua de oro, como lo definieran en su momento, prometía pagar 15 dólares por cada 10 que se le prestara en un lapso de 90 días.

El activo que utilizó para el fraude fueron cupones postales: se dio cuenta de que se podían vender en Nueva Inglaterra a un valor más alto del que se compraba en el extranjero. En junio de 1929, según las crónicas, ya tenía 420.000 dólares, una fortuna para su tiempo. Un mes después sus ingresos se estimaban en 15 millones de dólares. Pero el periódico Boston Post empezó a sospechar de sus manejos y el gobierno federal intervino. Tras una breve estancia en la cárcel, fue deportado a Italia. Desde entonces su apellido ha dado el nombre a las estafas piramidales; en el sistema Ponzi, ni los ricos se salvan.

Blog del Instituto de Negocios y Finanzas Personales
http://www.instituto-finanzas.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este es otro ejemplo de un fraude multinivel:

http://www.youtube.com/watch?v=oYdPcWjHmRQ&feature=channel_page

Saludos