5.3.07

Los pobres de hoy ¿Serán los ricos del mañana?

En 1973, cuando Perón volvía de su largo exilio, el mundo vivía bajo el impacto del alza de los precios del petróleo provocada por la guerra árabe-israelí del Iom Kipur. Perón pronunció entonces una frase de intención profética: "Los pobres de hoy serán los ricos de mañana; los ricos de hoy serán los pobres de mañana".

Por Mariano Grondona

Buenos Aires - Hasta la crisis del petróleo de 1973 prevalecía en los círculos políticos e intelectuales otra frase también pronunciada por un argentino, el economista Raúl Prebisch. Más técnica, la frase de Prebisch contenía una profecía inversa a la de Perón: que el desarrollo de las naciones depende de un proceso de fondo al que denominó "el deterioro de los términos del intercambio".

La tesis de Prebisch era que el precio de los productos industriales crecía más rápidamente que el precio de la materia prima porque incorporaba el valor imponderable de la tecnología. Prebisch sostenía por eso que serían necesarios cada vez más kilos de materia prima para pagar cada vez menos kilos de productos manufacturados. Así sería según él la evolución de "los términos del intercambio".

De ahí surgió una visión "industrialista" del desarrollo. "Desarrollo económico" fue considerado sinónimo de "industrialización". Hasta la misma división de los sectores de la economía en "primario", "secundario" y "terciario" reflejaba el sesgo industrialista de Prebisch porque el campo, la minería, el petróleo y el gas eran llamados "primarios" en el sentido de "primitivos", mientras que la industria y los servicios representaban una etapa más avanzada.

Cuando el precio del petróleo subió de golpe en 1973, Perón intuyó que esta supuesta ley del desarrollo podría invertirse. ¿Qué pasaría en un mundo donde los productos primarios recibieran la bendición de los precios más altos hasta ese momento reservada a los productos industriales? Que los países proveedores de bienes primarios se convertirían de pobres en ricos y los países industriales, de ricos en pobres.

La "regaladera"

La conmoción de los precios de 1973 se agotó en algunos años. El Irán del sha Reza Pahlevi sucumbió en 1979 a manos de la revolución chiita del ayatollah Khomeini, que entró a su vez en una larga guerra con otro de los Estados petroleros de Medio Oriente, el Irak del dictador Saddam Hussein, apoyado primero por ese mismo Occidente al que desafiaría después al invadir Kuwait en 1991, dando lugar a la Guerra del Golfo, en la cual sufrió una aplastante derrota. Otros grandes productores de petróleo como Arabia Saudita, los Emiratos Arabes, México y Venezuela permanecieron fieles a Occidente. Los precios del petróleo terminaron por moderarse y la famosa "profecía" de Perón pareció haber tenido patas cortas.

Pero la "rebelión" del precio del petróleo ha vuelto ahora y, además, ampliada. El alza vertical de los precios de las materias primas ya no se limita al petróleo, extendiéndose a los alimentos y a los productos primarios en general. En lugar del desafío limitado en los años setenta a Irán e Irak, en guerra además entre ellos, ahora vemos un nuevo desafío a Occidente, liderado por un Irán más fuerte en función de su agresiva política nuclear y por la Venezuela "chavista", que agrupa detrás de sí no sólo a Cuba sino también a Bolivia, Ecuador y, quizás, a Nicaragua, Guatemala y, potencialmente, hasta a la propia Argentina. Debe sumarse a todo este frente de tormenta el desafío terrorista del fundamentalismo islámico.

La analista francesa Dominique Moïsi acaba de sostener en Foreign Affairs que, en lugar del "choque de civilizaciones" que imaginó Samuel Huntington, lo que hoy define al mundo es un "choque de emociones": el odio del mundo árabe, el miedo de Occidente al terrorismo en los Estados Unidos y al islam en Europa, y el optimismo de Oriente, con China y la India a la cabeza, que está aprovechando la parálisis del odio y el miedo en otras partes para crecer vertiginosamente. Este crecimiento espectacular de los países asiáticos, con su avidez por las materias primas, otorga al alza de los precios de los productos primarios un alcance más amplio que el alza de los años setenta.

El más mediático de los nuevos líderes que desafían a Occidente, Hugo Chávez, se ha lanzado a su vez a una campaña de dádivas a diestro y siniestro que llegó hasta lo impensado cuando ofreció subsidiar los transportes públicos de la ciudad de Londres y de algunas ciudades norteamericanas allí donde viajan sus pobres urbanos, esto es, los afroasiáticos y los hispanos.

Esta "regadera" de favores que emplea Chávez dentro y fuera de su región, esta llamada regaladera al parecer sin fondo que también riega a la Argentina, ¿es sólo un típico arrebato demagógico destinado a una vigencia tan caótica como breve o refleja, por el contrario, un cambio estructural en virtud del cual la histórica frase de Perón podría reemplazar finalmente a la histórica frase de Prebisch?

Hoy y mañana

Hoy crece la influencia de los países petroleros que desafían a Occidente. ¿Ocurrirá lo mismo mañana? Los recursos de los que disponen Venezuela, Irán y otros países petroleros que actúan en la trastienda como la propia Rusia, parecen inagotables. Aquellos que creen aun así en la frase de Prebisch, hacen notar, sin embargo, que lo que llamamos "desarrollo económico" no responde solamente a la abundancia de petróleo, alimentos y otras materias primas, sino también a la innovación tecnológica, a las inversiones en infraestructura, al nivel de la educación y, en lo político, a la existencia de un sistema bipartidario estable capaz de elaborar políticas de Estado de largo plazo como el que hoy caracteriza a los países de Europa y de América del Norte y, de manera incipiente, a algunas democracias latinoamericanas como Chile, Brasil y Uruguay.

La concentración de todo el poder político en un solo hombre, como es el caso de Venezuela, Ecuador y Bolivia, y como también se insinúa en la Argentina, se caracteriza por la enorme energía inicial de las fórmulas hegemónicas, pero es difícil de prolongar en el tiempo. Como en la famosa fábula, la liebre corre más que la tortuga sólo en el primer tramo de su alocada carrera.

Ello no quita que algunos países, entre ellos el nuestro, no deban aprovechar la "regaladera" chavista a sabiendas, sin embargo, de que estamos frente a un fenómeno político y económico de algunos años, mientras que los países que han fundado su desarrollo sobre pilares más sólidos miden su progreso ya no en años sino en décadas. Los países avanzados de Occidente no han logrado su ventaja sólo porque hayan conseguido, por algunos años, petróleo barato. Si el petróleo sigue subiendo, ya encontrarán la manera de sustituirlo. No hay que olvidar en este sentido que el sostenido avance de la producción agraria argentina ya no es un fenómeno "primario" sino el producto de una sofisticación en pocas partes igualada.

Lo grave para la Argentina no sería entonces aprovechar la "regaladera" chavista, sino creer que el demagogo que hoy la emplea es un modelo para imitar. Quizá con la demora de algunos años, la lógica del desarrollo terminará por confirmar entonces lo que siempre supimos: que el esfuerzo incesante de dialogar, invertir, educar e investigar son pozos que, a la inversa de los de Chávez, nunca se agotarán.

Fuente: La Nación (Argentina)

Más información www.politicaydesarrollo.com.ar

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